sábado, 1 de noviembre de 2014
Bajo el árbol
En una alta colina, una vez hubo un árbol inmenso.
El árbol tenía un tronco tan grueso, que ni un terremoto ni un huracán lo conseguiría arrancar. Poseía también poderosas ramas que se extendían por donde querían; y sus hojas tenían todo el año un rarísimo tono rosado.
Además, parecía el lugar favorito de las mariposas: siempre que hacia buen tiempo salían y revoloteaban alrededor del árbol durante todo el día.
Pero por muy hermosas que fueran las mariposas o por lo increíble del árbol.... la gente nunca se pasaba por ahí.
Gus, un niño que muy recientemente se había mudado al pueblo coronado por aquella colina, se encaminaba hacia allí.
Ajeno a este echo.
Era un niño de once años más bien bajito y para que engañarse: algo flacucho. Vivía en su propio mundo, nunca tenía demasiados amigos; esto no le importaba. Además estaban en pleno mes de junio y faltaba mucho para el nuevo curso escolar.
Gus subía por la pendiente de la colina cuando, de repente, escuchó unas risas.
La risa era clarísimamente infantil y por el timbre de una niña.
"No contaba con esto" pensó el niño, sin bajar el ritmo de sus pasós, ahora vacilantes.
Después de unos minutos más caminando y aún escuchando las risas, por fin, alcanzó la cima.
-¡Uuuuuuuuaaaaaalaaaa!- era lo único que se le ocurrió decir.
El árbol se le antojó enorme.
La sorpresa le hizo olvidar unos instantes aquella risa.
Miro a su alrededor y vio con sorpresa y algo avergonzado por su exclamación de sorpresa a la niña, a la dueña de las risas.
La niña, unos cuantos centímetros más alta que el (aunque aquello no significaba nada, ya que todos los demás niños y niñas siempre lo sobrepasaban) era rubia, su cabello peinado en sendas trenzas le llegaba hasta la cintura. Sus ojos azules claros, eran perfectos para su piel pálida, adornada con sus mejillas sonrosadas.
La niña miraba a Gus entre sorprendida y divertida.
-Hola....-Saludo Gus azorado.
Ella repentinamente sonrió.
-¿Vienes a jugar conmigo?
La pregunta cogió desprevenido a Gus quien, vio, como el lugar se llenaba de Mariposas.
Pero aquéllas no eran mariposas normales: Rosas, azules, amarillas....parecía que cada una de aquellas mariposas, estuviera coloreada por un niño. Los colores de las alas que de lejos, se veían bonitas, de cerca, no tanto.
-Mi papá me traía aquí todos los días.
Y comenzó a dar vueltas alrededor del tronco del árbol.
-Ah....- Gus sólo pudo decir éso.
-Mama se murió....y papá Se puso triste- siguió ella con melancolía.
-Ah- repito.
Gus Se estaba poniendo nervioso. ¿Por que le contaba todo eso a el? A un completo desconocido.
-Dejo de traerme- Seguía ella, cada vez, parecía más animada.
Gus trago saliva.
- Y me escape un día que llovía mucho, mucho mucho.
No sabía por que pero, mientras la niña hablaba, parecía tener más frió.
Ella apoyo una mano en el tronco del inmenso árbol. Por unos instantes pareció haber olvidado al pobre Gus, que era incapaz de moverse, por alguna razón.
-Vine aquí....al lugar que más me gustaba....
Se giró, con la mano aún apoyada en el tronco.
Gus trago saliva.
- Quería ver mariposas, no caí en que podrían no estar a causa de la lluvia....
Se giró de nuevo para mirar a Gus.
- Fui tonta. Cuando paro de llover, quise subirme a esa rama.
Y señaló una rama muy gruesa, muy lejos del suelo.
-¿Qué pasó?- preguntó Gus en un susurro.
-¡Que lo conseguí! - Parecía eufórica, de repente, su rostro, se emsonbreció.
Gus ya no sabía si quería que ella continuará.
-Mi alegría fue momentánea....
-¿Por?
Ella río con amargura, una risa que no tenía nada que ver con la de antes.
- Por que me caí Gus, me caí.
- No....entiendo.....¿Cómo...sabes mi nombre...?
- Yo lo se todo. Lo veo todo.
- No te creo. Es imposible. Dime ¿Como es que te sabes mi nombre? ¿Quien te lo ha dicho?
Ahora ya estaba más que nervioso, estaba aterrado.
- Me lo a dicho tu abuela.
Gus se quedó petrificado.
No podía ser. Era imposible.
- Mi abuela esta.....
- Muerta, como yo.
A Gus le temblaban las piernas y parecía que le faltaba aire en los pulmones.
Aquella chica se plantó delante de el, con la misma velocidad de un parpadeo.
Cuando quiso darse cuenta, estaba tirado en el suelo, temblando como nunca había temblando.
Se incorporó y vio con más horror aún (si es que eso podía ser posible) que el enorme árbol, ahora estaba seco. Sin una de las hermosas hojas que hace nada lo vestían. Es más el árbol, lo que quedaba de el, se había terminado pudriendo.
Gus se levantó del suelo y echo a correr colina abajo; sin mirar atrás ni unas sola vez.
Gus nunca se atrevería a Narrar lo que sucedió.
Como todo aquel que se acercaba a la colina, con aquel enorme y frondoso árbol coronando el lugar.
Y con la niña de las mariposas, deseosa de contar su historia.
A todo aquel, que se acerque a ver su hermosa ilusión.
-Fin-
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Muy buena historia y muy apropiada para esta época¡¡ felicidades¡¡ me ha encantado¡¡ un abrazo¡¡ ha sido escalofriantemente bello¡¡¡¡
ResponderEliminar:D Gracias!
EliminarMe alegria que te parezca bello!
Que alegría!
Wow... Me gustó mucho, hacía mucho que no leía algo así de sencillo que me transmitiera tanto.
ResponderEliminarSaludos!
Por cierto, te sigo de la Iniciativa de Blogs Asociados :)
Gracias!
EliminarPor seguirme y también por que mi relato te guste.
Saludos!!