El Hombre

El hombre llegó al parque, Se quedó ahí parado, en el centro mismo. Contemplando todo a su alrededor, con ojos inexpresivos.
La gente se lo quedó mirando.
Por supuesto, no pasaba desapercibido.
¿Cómo podría pasar desapercibido?
Él, que vestía un traje y corbata en pleno mes de agosto con una temperatura de 28 grados.
Además llevaba una sombrilla. Aunque, claro, a nadie le extrañaba eso, con aquel calor.

Aunque la gente lo miró, enseguida apartaron la mirada.
Aquel hombre inspiraba respeto.
No, una palabra mejor; era miedo.
Sí, miedo; mejor para describir lo que aquel hombre les hacía sentir.
Nadie cruzó con aquel extraño la mirada. Pero algunas personas pudieron ver que su cara no reflejaba absolutamente nada.
Como sus ojos; todo en él reflejaba absoluta indiferencia.

El hombre extraño empezó a inhalar profundamente con los ojos cerrados, casi con ansiedad.
Movía la cabeza con lentitud. Como si buscará algo.
Entonces captó lo que buscaba; olor a sangre.
Respiro más profundamente.
"Sí, ahí está" - se dijo.
Había varios tipos de sangre.
Sangre nueva.
Sangre joven.
Sangre vieja y rancia.
"Ya te tengo...".
Abrió los ojos y ahí estaba.
Una mujer sostenía en sus brazos a un bebé, la sangre nueva que había percibido.
"¡El bebé...!"
Aquella pequeña criatura había sido elegida.
Una criatura que apenas había iniciado su vida.
Los seres más vulnerables: Aquellos que son débiles de espíritu.
Los que corrompen sus almas haciendo el mal.
Y luego estaban los recién nacidos.
Que no habían podido elegir entre el bien y el mal; ni sus almas se habían terminado de asentar en aquellos cuerpos que acaban de habitar.

El hombre sonrió para sí..
La madre había elegido el camino del bien y por lo que percibía en ella, también su marido.
"Pero ese niño..."
No se había acercado y sabía que aquel bebé era un chico.

El hombre cerró la sombrilla y comenzó a caminar hacia la madre con su bebé.
La madre le hacía carantoñas al niño y no se dio cuenta de que él se había acercado hasta que notó una presencia a su lado.
- ¿Me deja ver a su hijo? - le pidió él, amablemente.
Ella parpadeó, aturdida, asintió.
Él alargó los brazos,  cogió al pequeño y lo acomodó en ellos.
"Sí... - pensó eufórico - es perfecto..."
Ella lo miró embobada.
Nunca lo había visto, eso seguro.
¿Cómo olvidar a ese hombre?
¿Cómo olvidar su voz, armoniosa?
¿O su rostro? ¿O su cabello? ¿O... Su figura?  Y aquella presencia. ¡Qué presencia!
Sin darse cuenta había puesto una mano encima de el brazo de él.
- Gracias - dijo - es un bebé precioso.
Aturdida quitó la mano de su brazo y recogió al niño que no se había despertado en ningún momento.
- De... De nada... - farfulló.
Él le dedicó una sonrisa y una inclinación de cabeza, se dio la vuelta y empezó a ir en dirección a la salida del parque. Notaba los ojos de la mujer clavados en su espalda.
"Misión cumplida con éxito rotundo" - se dijo - "No sólo he conseguido al bebé, sino a la madre y seguro que al padre por inercia".

¡Ah, un día productivo sin lugar a dudas!
Al tocar al bebé se había asegurado de que en un futuro, ese niño lo buscara, cuando sea consciente de que puede elegir entre el bien y el mal. Lo buscará y se dejará encontrar.
Y los padres...
¡Ay, los padres!
Ella será fácil de engatusar, ya había comenzado.
El marido se dejará llevar por los celos y esa, será su perdición.

"Venía a por un alma y consigo tres.....¡Qué sorpresa más agradable!" - comenzó a reír con ganas.

Y siguió caminando a buen paso, mientras pensaba en las próximas almas débiles y de fácil manejo que conseguiría al día siguiente.
                                                   
                                                        .......................FIN........................
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